Al autor y consumador de mi fe, al invisible y eterno
roca de mi vida, razón de mí existir.
Indudablemente con su incomparable amor;
Poderoso e inescrutable en quien la seguridad habita
al creador del universo. A Él. es a quien me refiero,
a Él quiero acercarme y elevar humilde inspiración.
Más de lo que alcanzo a percibir,
su infinita gracia revelada su misericordia
me halló y su mano me extendió.
Aunque en momentos de debilidad me alejo
pretendiendo hacer mi voluntad,
Él me sale al encuentro
y como diamantes sus palabras fluyen,
inevitables ante las pequeñas lagrimas de reflexión
cristalinas fuentes que desde mis entrañas
brotan cual caudal, espacio de mis espacios,
sin reproche me miro, consumida en mil pecados
me avergüenzo, explorando en mi interior,
mi alma se conmueve, sentada en un rincón
susurrando en mi quebranto por su compasión.
Ya no milita el orgullo;
se ha quemado cual leño de un brazo encandilado;
bajo la sombra de lo inexistente.
la inocencia natural, se sorprendió,
me rindo ante el omnipresente,
que su dulce presencia me invada,
me resisto; ya no quiero ser la antes fui sin Él…
La idea que cegó mi mente olvido el pasado que me sentencio
a un fatídico futuro, y me enterró en la sombra contrariando
mí presente iluminado y guiado por su luz.
Con la fuerza del corazón forjada, despierto para vivir
conservando integridad espiritual,
ante el soberano rey de gloria y majestad;
me duelo, me sacrifico y por fin… Muero a mi rebeldía, para
contemplar el resplandor de su armonía, por siempre y para siempre.
Amen.
H.R
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