Plasmar mi musa en un lienzo como idea inicial
diseñando cada trazo poco a poco con precisión
bajo una cascada cristalina donde contemplar
el reflejo de su rostro pudiera.
Llegado el momento de dar color a mi fantasía,
intente resaltar la belleza de su mirada
sin percatarme que me hacían falta mis óleos,
mis pinceladas inútiles sin ellos serian.
Pobre de mí, pintor sin lienzo, la imponente
presencia que me seduce y con sus alas vuelo,
un firmamento que inspira tras la mirada del arco iris
el alma con su perfume del que percibes,
el frasco y su contenido como algo inseparable,
la misma esencia de la vida con el mejor de los precios,
ni se compra, ni se vende su reflejo revela la imagen que.
¡Solo se conquista!
H.R
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