Para la imaginación no hay fronteras,
tampoco los límites para agradecer a Dios
reconociendo su grandeza y majestad,
su maravillosa sabiduría.
Solo basta contemplar la belleza universal,
disfrutar la hermosura de los paisajes
que nos invitan a soñar,
escuchar una linda y romántica canción
que nos inspira.
El compás de las aguas,
el claro manantial;
sobre las alturas
las aves despliegan sus coloridas alas,
sin detener su vuelo.
Percibimos la caricia
de una suave brisa en silencio eterno,
tal como somos
nos descubrirnos delante del creador.
La lluvia emite su sonido
en una tarde fría,
y al llegar la noche
el cielo es cubierto con un manto esplendoroso.
La luna llena ilumina el firmamento,
pasa el tiempo
y la aurora anuncia el nuevo día.
Con ternura me es revelado
un amor que me seduce,
con especial encanto
y a su dulzura no quiero resistirme.
Me abraza,
y su gracia ilumina mi corazón.
Padre celestial.
tu voz no quiero dejar de oír,
me siento infinitamente agradecida,
no puedo ni quiero dejar de amarte.
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