Tuvimos un buen comienzo, dijo mi amiga con la mirada perdida un aire de nostalgia se advertía, no la estaba pasando muy bien.
Pensé que era imprudencia de mi parte y quise cambiar de tema pero ella con un suspiro insistió.
Me dijo, ¿sabes? no es fácil hablar de cosas tan personales pero a ti te puedo contar, yo simplemente la mire y deje que abriera su corazón.
Inclinando la cabeza me refirió su amarga experiencia, quede pasmada al escuchar tantas cosas, que de no ser porque ella me lo contaba no lo creería.
Se hizo un silencio interminable , un nudo en mi garganta, mezcla de sentimientos que me estremecieron, mientras hacía su relato reflexioné: “nadie sabe con la sed que otro vive”, dicen por ahí.
Alcance a percibir el dolor de su corazón, por un instante me imagine en su lugar ; quería de alguna forma sus heridas aliviar y con suaves palabras su carga aliviaran.
Reflexioné: Un amigo siempre hace falta pero un amigo del alma dispuesto a escuchar sin juzgar guardando fidelidad capaz de identificarse con el dolor ajeno reconfortar en un abrazo, de ser necesario en algún momento tomarle de la mano hacerle sentir que no está solo (a) en su camino, ser el eslabón que hace falta para el recorrido terminar y el trago amargo mitigar quizás en silencio porque a veces somos torpes para decir las palabras precisas en el momento adecuado de alguna forma volví a la realidad de mi amiga y con una mirada seguida de un abrazo lo único que hacerte a decir fue ya sabes que siempre estaré cuando me necesites pase lo que pase cuenta conmigo.
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